Estoy tomándome mi cafecito en el sofá de mi casa esperando el momento perfecto para lanzar mi nueva marca. Creí que estaba lista, pero … de pronto el azul debería ser un tris más oscuro. Creí tener dominada la reunión con ese cliente … pero según mi asesor mi inglés no daba la talla. Conocí una persona increíble, pero dentro de las 199 características que escribí en mi vision board, no estaba que viviera en otra ciudad, mejor ni intento. Muchos peros para una sola vida.
Estamos buscando el momento perfecto, la pareja perfecta, lanzar el negocio perfecto, incluso ser nosotros perfectos, pero ¿de dónde sacamos que lo bueno era lo perfecto? ¿Cuál gurú dijo que la perfección es sinónimo de bienestar, abundancia, o de alegría? Me encantaría conocerlo, de pronto tiene 1M de followers en Insta y no pone fotos sin filtro.
No me malinterpreten, no buscar la perfección, no quiere decir irse para el otro extremo. El de hacer las cosas con afán, sin esfuerzo y de manera mediocre. Tampoco el de tener que aceptar cualquier tipo de maltrato porque “esa persona es así”, mucho menos el de conformarse. Pero, si quiere decir darle espacio a poder equivocarnos y más que todo a aceptarnos como somos, o ¿qué sería de Modern Family sin Sofia Vergara y su inglés con más sabor que gramática?
Entonces, si sabemos todo esto, ¿por qué nos tiramos tan duro cuando algo no sale perfectamente como lo esperamos?
Al ser una mujer que siempre lo ha querido todo perfecto, me he perdido del disfrute, de la oportunidad de mejora. A lo largo de los años he descubierto que la perfección es enemiga del proceso y no se la lleva bien con la autenticidad. Aprendí que siempre hay dos opciones, puedo enfocarme en que todas las personas conecten con este texto, o puedo dejar fluir mi mente, relajar mis manos y escribir desde mi verdad, dejando el resultado de conexión como valor agregado. O, por ejemplo, puedo dejar que me afecte la crítica de mi jefe, o puedo decir, aprendí algo nuevo. Puedo esperar a tener la marca perfecta como la de mi referente, o puedo trabajarle en el camino, mientras crece, mientras aprendo.
Si esperamos a tener las cosas perfectas para hacerlas, seguramente nos quedaremos esperando para realizarlas el 95% de las veces. Lo que me obliga a realizar la última pregunta …
¿Es mejor estar perfectamente congelado o imperfectamente realizado?