Cuando dos amigas se juntan a las 3 p.m., un miércoles cualquiera, esa conversación será interesante. El café, cuando el mesero llega, migra a un espresso martini. Era un miércoles cualquiera cuando salí a tomarme un cafecito con una amiga. No con la intención de ensayar el nuevo café de la ciudad, pero, sin duda, con esa excusa.
Noto que dentro de nuestra conversación se oye: «Me sueño escribir sobre situaciones de la vida. Me sueño con trotar en una maratón al menos una vez en la vida. Me sueño con viajar solo con propósitos, ir a migraciones de ballenas y ver la aurora boreal. Sueño con hacer surf. Sueño. Sueño… Ella toma y responde: «Me sueño con un trabajo diferente, trabajar desde casa, tener más tiempo para mí. Me sueño con tener el valor de decirle a mi esposo que él no será el papá de mis hijos, pues no veo ningún futuro con él. Me sueño con un croissant de chocolate cada vez que pienso en mis sueños, porque siento que será más fácil de obtener.» Selah.
Paro. Interiorizo. Respiro. Me tomo un momento. Selah. Esta es una palabra en hebreo cuyo significado es precisamente esto: pausar, tomarse un momento para interiorizar lo que acabas de leer o escuchar antes de continuar.
Mis sueños parecen fantasías; sus sueños parecen existenciales. Muchas preguntas vienen a mí: ¿Qué tienen en común sus sueños con los míos? ¿Qué hace falta para cambiar el «me sueño» por el «estoy haciendo»? ¿Será cuestión de valentía? ¿Será falta de tiempo? ¿O será más bien falta de organizar prioridades y de ponernos en el lugar que merecemos? Por último, me pregunto: ¿Será que tenemos la falsa creencia de que la vida es eterna?
Cuando somos niños, tenemos este super poder de soñar sin límites. Cuando somos grandes, cuando ya nos crecieron las alas, nos da miedo despegar. Que ironía. Hoy tienes las alas, solo falta hacer tu plan de vuelo, alinearte en la pista, aumentar la velocidad y, por lo menos, tener tu ascenso inicial para que, en el próximo espresso martini que te tomes con tu amiga empieces la conversación con: «Estoy cumpliendo un sueño.»
Sueña como cuando pintan los niños: sin límites, sin líneas. Los sueños son una manera de proyectar. No importa si son sueños fantasía o sueños existenciales, tienes el poder de convertirlos en fragmentos de tu vida.
La próxima vez que te oigas diciendo «me sueño…» Pregúntate: ¿Qué puedo hacer hoy para lograrlo? ¿De dónde sacó la valentía? Recordando que los sueños son un destino, no una ilusión.
Selah.